Pasear una vez que ha cedido la lluvia y aspirar el olor de la tierra mojada, mientras se vislumbra ese tono verde brillante de las hojas, es una grata sensación. La atmósfera está limpia y a lo lejos las nubes dan paso a un paisaje de montañas limpias, doradas y tenues que me ponen nostálgica.
La lluvia avecina un próximo invierno que deja atrás el cálido verano, donde los días soleados nos recargaron nuevamente las pilas y del que hemos disfrutado al máximo. Ahora toca ordenar las fotos del viaje y preparar la maleta para el próximo y mientras se sueña con él, la lluvia tintinea en el cristal despertándonos de este ansiado y esperanzado nuevo sueño...
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