Un jardín que involucre los sentidos es más que crear un conjunto de combinaciones de colores, es planificarlo según un esquema sensual para disfrutarlo a través del tacto, el olfato, el gusto y el oído. Es crear un espacio donde uno se sienta a gusto y donde sienta que el trabajo hecho ha tenido su gratificación.
En definitiva, un jardin aparte de ser nuestro espacio de ocio, es parte de nosotros mismos, un lugar creado por nuestras propias manos que nos devuelve en fragancia y colores, todo el esfuerzo realizado.
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