"Los árboles son poemas que la Tierra escribe en el cielo. Los cortamos y los convertimos en papel, para poder dejar constancia de nuestro vacío". Kahlil Gibran

sábado, 20 de marzo de 2010


Dios repartía sus dones a los árboles y éstos se adelantaban a elegir tributos y belleza.


Yo quiero ser fuerte.-dijo el Ñandubay, y mas duro que la piedra, mas resistente que el hierro. -


Mi ideal es ser saludable, dijo la Anacahuita- y lo consiguío.


Al Jacarandá se le concedió esa agilidad de verso temblante, lírica en la primavera cuando luce su penacho lila maravilloso.


El Laurel reclamó hojas oscuras y lustrosas.


El Espinillo, se adornó con sus áureos pompones perfumados.


La Pitanga y el Guabiyú, pidieron azucarados frutos.


El Ceibo se decoró de hermosas flores rojas.


El Tala quiso rudeza india de nudos y espinas.


El Sauce llorón poesía...


La Aruera, un poder misterioso para castigar a los inciviles que no le rindieran homenaje...


Y las Tacuaras esbeltas y musicales, solicitaron ser útiles para las picanas de trabajo y para arrancar una sonrisa de júbilo a los niños como armazón de la luminosa cometa.


- ¿Qué te puedo ofrecer, pobre Ombú?- Sombra para el descanso de los hombres.- Todos la poseen.- Corpulencia, para ser un índice en la vastedad de la llanura, para que el gaucho desde la lejanía sienta la emoción del hogar tibio que lo espera...


Fuente : Apólogos y cuentos criollos.

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